La revolución del audio digital comenzó en la década de 1980 con la introducción del CD (Compact Disc). Este formato marcó un hito al ofrecer una calidad de sonido superior a la de los discos de vinilo y cintas magnéticas, con una frecuencia de muestreo de 44.1 kHz y una profundidad de bits de 16. Durante años, el CD fue considerado el estándar de oro en calidad de audio para el consumidor promedio.