Se dice que Ludovico (Duque de Milán) celebró la Navidad con una gran cena repleta de deliciosos platos acordes a su riqueza, pero a la hora de servir el postre, el cocinero se dio cuenta de que se había quemado. Afortunadamente, un lavaplatos había reutilizado las sobras de los ingredientes para amasar un pan de sello personal y le propuso al chef servirlo a los invitados para salir del paso. Era un bollo de masa con azúcar, nueces, frutas secas y abrillantadas.